FLAMENCO MODERNO
El flamenco se convirtió en uno de los símbolos de la identidad nacional española durante el franquismo, ya que el régimen supo apropiarse de un folclore tradicionalmente asociado con Andalucía para promover la unidad nacional y atraer al turismo, constituyendo lo que se denominó comonacional-flamenquismo. De ahí que el flamenco hubiera sido visto por mucho tiempo como un elemento reaccionario o retrógrado. A mediados de los 60 y hasta la transición comenzaron a aparecer cantaores que se oponían al régimen con el uso de letras reivindicativas. Entre estos se pueden contar: José Menese y el letrista Francisco Moreno Galván, Enrique Morente, Manuel Gerena, El Lebrijano, El Cabrero, Lole y Manuel, el Piki o Luis Marín, entre muchos otros.
En contraposición a este conservadurismo con el que se asocia durante el franquismo, el flamenco sufrió el influjo de la ola de activismo que agitó también la universidad contra la represión del régimen cuando los universitarios entraron en contacto con este arte en los recitales que se hacían, por ejemplo, en el Colegio Mayor de San Juan Evangelista: "aficionados y profesionales del flamenco se involucraron realizando actuaciones de carácter manifiestamente político. Fue una suerte de flamenco protesta cargado de contestación, que supuso censura y represión para los activistas flamencos"
Conforme transcurrió la transición política, las reivindicaciones se fueron desinflando a medida que el flamenco se insertó dentro de los flujos del arte globalizado. Al mismo tiempo, este arte se fue institucionalizando hasta llegar al punto de que la Junta de Andalucía se atribuyó en 2007 "la competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión"